Aullidos del fin del mundo

sábado, 15 de noviembre de 2014

Soy tu muñeca

Otra vez es igual, la ciudad sigue dormida. 

Ella fue la primera en huir. 
Nadie la escuchó, nadie la temía. 
Ella fue la primera en vivir.
Se armó de valor y conquista.
No tenía a donde ir,
no conocía guía. 

Aprendió a volar de aquí para allá, 
rascando los cielos con sus manos.
A ella nunca le crecieron las alas,
por eso lloraba en las esquinas. 

A penas le llovieron los piropos,
no tanto como las propinas. 
De su trabajo rehuía,
¿pues quién la quería?

Conoció a un galán,
de nombre Tristán. 
Le ofreció un nombre y
un poco de pan.

Ella le contó que no sabía volar.
Que no tenía riquezas
más allá de rus rarezas.
Comer siempre significó pecar.

Eres como una muñeca, 
pequeña y confusa.
Con la cara aún sucia,
pero con gran astucia. 

Podría ser una de esas,
llena de trapos rotos,
costuras y vendas.
No soy una princesa.

Las princesas viven en los cuentos,
en las calles y en las carreteras. 
El dolor también habita en ellas.
¿O a caso tú no sientes como yo?

Me gustaría creerte y pedirte
que me salvaras de esta situación,
pero quien rescataría a un monstruo
que no puede ni mirarse a los ojos?

¿y si pudiéramos ser algo más que esto,
algo más que una puta y un truhán?

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