Aullidos del fin del mundo

lunes, 3 de septiembre de 2018

Todo lo que necesito es amor

A veces me pregunto cómo es posible que después de sobrevivir a una situación tan angustiosa se sucedan los meses con una sensación de falsa tranquilidad que termina desatando una nueva versión más dura y oscura de ese primer recuerdo ya casi vetado por tu mente.

Incluso con las herramientas aprendidas afrontar esa odisea resulta extremadamente desesperanzador. El mundo tiembla y te ofrece una bofetada de realidad que te mantiene despierto incluso cuando no queda más remedio que atravesar pesadilla tras pesadilla.

Hay un bucle infinito que me entierra en lo más profundo de mi autoestima. Esas antiguas herramientas ahora son armas afiladas que debo esgrimir para no quedarme atrás, para tener una oportunidad. 

He dejado de sentir esa fuerza protectora que me acompañaba a todas partes. Ese himno al que podía acudir cuando me preparaba para ir a la guerra. Esto solo es una segunda parte, una de las malas. Todos los personajes saben como actuar, cual es su papel en todo este lío. Yo solo me encuentro esperando a que mi escena empiece y acabe. Es agotador no ser feliz con lo que haces. 

Entonces es cuando las luces se apagan y mi diálogo, un cruce entre heroico e idiota, se va desvaneciendo entre sombras. Hay tantas voces que la mía a penas se distingue entre la muchedumbre. Se sofoca también el amor que he dejado de dar y de sentir. El proyecto es una mierda y yo también lo soy. 

No espero a recibir los aplausos porque nunca llegarán. Huyo, por fin. Es lo que mejor se me da hacer. Algunas veces he podido resistir la tentación y quedarme e intentarlo, pero de que me sirve, si lo único que necesito, lo único que todos necesitamos, está tan lejos de aquí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario