Aullidos del fin del mundo

martes, 4 de septiembre de 2018

Amores que matan

Lo que más me molesta de todo esto es la manera en cómo voy aplazándolo todo. Qué derecho tendré después cuando vengan los llantos, porque vendrán, de que estoy como estoy si me es imposible salir de aquí por mis propios méritos. 

Compro una noche de paz para más adelante sufrir un infierno auto impuesto por el que no tengo ninguna necesidad de atravesar. Pero así soy yo, apartando el trabajo duro para respirar. Siempre me quedo sin aire y al final me hace pensar que las pausas no son los recursos más naturales. Todo este oxígeno no es más que tiempo embotellado que ha fracasado. Hay tantos minutos perdidos por querer ser guardados en una caja fuerte que hasta aquí me llega el olor a viejo. 

Que rápido se evapora el orgullo y con que facilidad se me atraganta el escoger lo correcto, lo que en ese momento me llevará al gran número final. La única magia que no puedo explicar para este espectáculo es el por qué me es imposible subir el telón cuando empiezan los aplausos. ¿Miedo escénico? ¿Nervios? ¿Ansiedad?

No siento amor por este show, por lo tanto pienso que no hay necesidad de continuar. 
Que desperdicio. Todo es un desperdicio. Necesito una máquina del tiempo. Necesito regresar. 


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