Aullidos del fin del mundo

domingo, 4 de marzo de 2018

El despertar de la oscuridad

El odio suena así de mal. Cargado de momentos que pesan. De palabras que no son suficientes. De sentirse poco merecido. De intentarlo pero no, de nadar sin sanar. 
Sentir esta oscuridad helándome las venas me dicta que el tiempo no marca el final del dolor. Que no hay nadie que me ilumine, que me he quedado sin color.

Te fuiste pronto. Me convertí en esclavo. Alargué las sombras. La cobardía me impidió enfrentarme a mis monstruos. Me dejé llevar por la letra equivocada y sucumbí como una mota a la nada. Me volví extraño. Una paradoja sin retorno. Expiré mi último aliento. 

No fue para mí. 

Por fin habla el corazón, moribundo, carente de calor. Aún noto ese tambor lejano, tan débil y marchito. No hay nada más puro que el deseo más intrínseco. La luz se confunde y deja como testigo el vestigio final. El alma de mi ser. Lo único bueno que es capaz de dejar. Un fútil mensaje: 

Échale valor. 

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