Aullidos del fin del mundo

sábado, 17 de febrero de 2018

Atrapado en el tiempo

He ido deshaciéndome de todas las comodidades hasta quedarme tan solo con las responsabilidades. Me he desnudado de mis ganas y he calmado a la tormenta. Acorralado, me he sentido a punto de desfallecer. Después de vender todas mis ilusiones he quedado retratado en la piedra en la que me he visto convertir. Abandonadas todas las virtudes con las que nací, creía que podría sobrevivir siendo la sombra que ellos habían esculpido en mí. Nada más lejos de la realidad; una vez salí a exposición me asombré al darme cuenta de que el arte era tan subjetivo que ni el mayor artista o el mejor pincel podrían dibujar lo que realmente echaba en falta y me causaba tanto dolor. Ni siquiera los aplausos o el dinero me hacían esbozar una triste sonrisa. Me habían vaciado las entrañas y yo lo había consentido. 

Ya no había nada humano en esa piel. Tan solo quedaban las voces pétreas de aquel pequeño que se compadecía de mis malas decisiones. Atrapado eternamente, rezaba en su cuarto oscuro para que sus consejos, más sabios que los de cualquier anciano, me llegasen a través del tiempo, y así, pudiese vivir la vida que yo siempre quise, y no la que me habían programado. 

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