Aullidos del fin del mundo

sábado, 14 de octubre de 2017

Vengo a decirte lo mismo

Se me secó la imaginación. Me fui de largo, dejé el corazón.  Tú ya sabes como funciono por dentro, por eso cuando me comporto raro siento que me falta un hombro donde apoyarme. 

Ahora ya eres un punto en el olvido. Todo el daño que tengo, todo aquello que hemos sufrido, debe de servir de algo. Me siento perdido todo el rato, no sé que peor castigo puede haber. 

Tengo que pedir perdón a cada paso que doy. Si te soy sincero no sé muy bien a qué o a quién. Algo me reconcome el alma. Quizás te estoy pidiendo perdón a ti. O busco tu aprobación. O no sé frenar. 
Te veo como un cúmulo de cabezas, todas distintas, personajes que han pululado por mi vida dejando pequeñas pinceladas. He dejado de imaginarte con un rostro en específico, ahora eres un muñeco de trapo que me escucha porque está obligado, porque no puede decirme que no.

Preferiría que me salvases de mi cabeza, dentro de mi dimensión. Un beso que amortiguase de las caídas. Algo, que me dijeses algo. Esos labios cosidos son demasiado impertinentes. Un gesto. Unos dedos acariciando para calmar. Algo. Una mirada cálida, sin trampas. Alguna cosa. 

Alguien me dijo que no preguntase lo que quería saber ya que las respuestas podrían no ser las que yo quisiera. De momento estoy improvisando alguna excusa que me haga sentir bien. Pero no durará suficiente. Debo conseguir desabrocharte todos los botones. Quizás así sentiría... algo. 

No pienses que voy a comerte. No me tientes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario