Aullidos del fin del mundo

domingo, 29 de octubre de 2017

Foster Fénix

¿A dónde te han llevado tus andanzas?
A ningún lado, cobarde.

Tú solo querías vivir en un mundo donde poder luchar contra el mal y no contra esta corrupción que nos consume como antorchas que queman todo lo que tocan. 

Aparentar está tan desfasado, pero es lo único que nos mantiene unidos. Cada vez más indefensos, menos atrevidos, más pequeños. 

¿Conoces el cuento de la rana y el agua hirviendo? Dicen que si pones a una rana encima de agua caliente saltará de inmediato, pero que sí lo haces con agua fría se relajará y se quedará quieta. Entonces si vas calentando poco a poco el agua, terminará en un mundo mejor. 

Huir es permanecer. Hay tantas amenazas en lo salvaje que no nos damos cuenta que hemos caído en su trampa hasta que es demasiado tarde.

La mayoría ya estamos muertos, pero no el fénix. Quizás el pobre haya sufrido tanto, puede que se haya visto envuelto en llamas y agua ardiendo tanto tiempo que su instinto de supervivencia le ha hecho mejorar, evolucionar al resto de su especie. Quizás él era el bicho raro de su familia de aves. Seguramente les intentó decir a los demás de que había una forma de superar aquello que habían temido toda su vida, que podían intentar algo distinto, algo que nunca nadie les sugirió, pero pensarían que estaba loco y su plan no llegaría a ningún lado más alto que el suelo.

El fénix renació. Él vivió en el mañana y no en el futuro que tanto temor les infundada al resto. 

¿Y tú, vas a levantar las alas de una vez?

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