Aullidos del fin del mundo

viernes, 9 de noviembre de 2018

Una mirada valiente

Buscas tu propio lugar lejos de tu nombre. Te sientes como en casa cuando te distancias de ella. Te das cuenta de como el tiempo te destruye y te arregla. Te recompones en las noches más frías, en las noches de insomnio, en la cuna del día. Es como navegar a la deriva, pues no estás perdido, tan solo cansado y aburrido de un mundo que no te enseña nada nuevo. Enfermo de buscar la cura de los males que no nos dejan dormir. 

Me siento como si me hubiesen abandonado en una caja de madera llevada por la corriente del mar. Me siento al borde de un precipicio en el que ya he marcado en las muescas las veces que llevo lanzándome de cabeza a lo desconocido.
Me siento como un pequeño punto en un infinito de palabras. 
Me siento grande como la inmensidad que me aplasta, como esa realidad que me acobarda. 
Me siento bien y al mismo tiempo me siento mal. Soy como aquella taza rota de la Bella y la Bestia. 
Me siento otra vez transportado a la caja de madera donde levanto la cabeza tímidamente para ver qué es lo que me rodea, y para mi sorpresa, mis ojos me revelan un nuevo atardecer. Un color brillante, bonito. Veo un Nuevo Mundo. Veo cosas que me da la sensación que nadie más puede ver. 

Cada vez que me quiero ocultar todas las aguas me devuelven mi propia verdad. 



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