Somos tan complejos y sentimos tantas cosas a la vez. Formamos parte de recuerdos y emociones que traspasan la realidad, que mutan y conviven en algún lugar dentro de nosotros. Para explicar alguna de esas percepciones deberían cortarnos con un bisturí y diseminar cada pedazo de vida que nos corre como sangre por las venas.
No somos los mismos de ayer ni de mañana. No tenemos un rumbo fijo. Subimos, bajamos y explosionamos. Estamos llenos de asombro.
¿Qué siento, qué me pasa, por qué actúo así?
Es un cúmulo de fechas marcadas, de palos, de primeras y últimas bazas. Hay una conexión tan intensa que cuando me quiero responder, sorpresa, las palabras vuelan.
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