Llegan las 3 y las 4 e incluso las 6 y puede que allí volvamos a estancarnos, a frustrarnos al comprobar que no somos dueño de las agujas.
Entonces, un día, cansados de esperar, empezamos a darle vueltas, hasta que llegan las 11, las 12 y la 1 y el mundo, obligado a enseñarnos otra perspectiva, vuelve a reaccionar.
No puedes quedarte esperando toda la vida a que suceda un milagro, así que hazlo tú.
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