Aullidos del fin del mundo

domingo, 31 de marzo de 2024

De ruinas se han levantado castillos

Aunque tú no lo sepas, hoy se me despierta un instinto animal. 

El día gris me trae recuerdos.  Es una fecha importante para mí. Justo hace un año que te conocí. Justo hace un año que creí que las cosas podían mejorar, que había gente que era capaz de fijarse más allá.

Qué rabia no poder construir un refugio en mi cabeza con estas imágenes. Qué pena tener que recurrir al calendario para volver a reseguir esa cruz que dibujé en este preciso día.

Mi fuerza ahora reside en otros precipicios. 

Todo va demasiado deprisa. No sé cuándo se cambiaron las tornas. Antes todos los segundos me parecían siglos. Ahora ya no me quiero ni mirar al espejo por miedo a verme aún más envejecido. 

Siento que hay demasiadas personas que dependen de mí, y yo me canso. Yo también tengo mis límites. 

Es gracioso, porque parece que ese sea tu legado. Es como si de repente nadie pudiese quererme. Es como si ese sentimiento fuese ficción. Todo es dependencia emocional. Todo es más robótico. Todo es menos humano. 

Si encajar siempre fue difícil, sentir que el sitio donde perteneces está a punto de expirar me crea un agujero en el pecho que no puedo remediar. 

Soy contradictorio, porque una parte de mí desea saber qué hay más allá. Pero ya crucé una vez esa barrera. Ya estoy en el más allá de mi pasado. ¿Cuántos más allá hay?

Siento que debo esforzarme el doble para llegar a donde quiero. Es como que el mundo, para algunos, ha sido un camino de rosas y siguen lanzándoles ramos allá donde van por el simple hecho de haber nacido donde han nacido. Intento hacer las cosas bien. Intento ser perfeccionista. Intento, también, dejarme llevar por mis instintos. No ser simplemente un número. Intento escribir con el corazón y no con la razón.

Necesito expandir las alas. Ya me he cubierto de barro y me he pintado de colores. Ahora necesito volar. Es como algo que sé. Simplemente sé. Es como esas voces que te dicen qué hacer. Es mi instinto suplicándome irme a un lugar mejor, donde pueda brillar, donde pueda ser yo mismo, donde no tenga que luchar a contracorriente. 

Quiero dejar de montar películas en mi cabeza y hacerlas realidad. 

Nunca voy a poder olvidarme de estos actos atroces. Nunca voy a poder quitarme de la cabeza los gritos, el dolor y la ansiedad. Siempre habrá un reducto en mí.

Por eso hoy te recuerdo, para que nunca se te olvide todo el daño que has hecho, para recordarme que yo estoy por encima de ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario