Aullidos del fin del mundo

miércoles, 31 de octubre de 2018

La noche donde las almas reposan

Tengo el poder de alimentar aquello que quiero dar a conocer.
Me llaman desde el lugar más recóndito de la tierra. Desde las raíces del principio.
Preveo un cambio de hábitos. Un dirección hacia lo desconocido. 
Me asusta tu llegada, lo que puedas lograr imprimir en mí. 
Pero tú no tienes miedo. Tú no lo tienes.

Teorizo sobre un mundo distinto.
Una piel distinta, como si viviese en un cuerpo que no es el mío.
Puedo escuchar tus latidos y tus lamentos cada vez que me suspiras. 
Puedo desearte, y te deseo. Te empuño en mi cabeza y te sacrifico como un valiente.
Viertes la sangre que añoraba. Me haces resurgir de nuevo. 

Somos cazadores de animales y somos animales escurridizos. 
Huimos del peligro, pero nos enloquece la aventura. 
Nos atrae el abismo y nos perdemos en la densa niebla que nos rodea.
Somos ágiles y pasamos desapercibidos. Eres un niño fascinado por la luz. 
Pero hay algo más allá, algo que nos llama como una sirena a los tripulantes de un navío. 
Es esa voz rota que nos sumerge en las profundidades de un viaje que aún debemos emprender. 

Que lugar más inhóspito. Que lugar más bonito. Que lugar es este que me devuelve a mi hogar y
me abre camino.
Que has hecho de mí, monstruo marino, que ahora ando descalzo en mi alma sin temor de resultar herido. 

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