Aullidos del fin del mundo

sábado, 25 de agosto de 2018

Cuando alcances la cima del rascacielos, sigue avanzando.

Esto a lo que nos enfrentamos es solo humo y espejos.
Debemos aferrarnos a la resilencia que emergerá en los momentos más oscuros. Allí donde los amigos no serán más que personas con el objetivo de encontrar su felicidad, nosotros tendremos que andar nuestro propio camino. 

Habrá momentos en los que aunque haya calma nuestro subconsciente ya empiece a echar de menos algo que en ese momento tenemos pero que no valoramos. Algo que sabemos que es valioso pero que para nosotros no cobrará importancia hasta que desaparezca en la nostalgia, nuestra peor enemiga. Nos lo reprocharemos más adelante como cuando a un niño pequeño le quitan su juguete preferido.
Nos encontraremos en el medio. El pasado nos dará motivos para llorar y el futuro nos recibirá con miedo de que lo bueno ya ha expirado. 

Es difícil pensar que hay sol en este año imposible. Que los felices para siempre existen. Hay demasiadas lagunas por rellenar y yo odio verte esperar. No hay nada más agotador que el ser un errante en un mundo en blanco y negro. 

Mis grandes esperanzas desfilan junto a los damnificados que están a punto de cumplir la otra mayoría de edad, la que nos amenaza con hacer desaparecer nuestra inocencia una vez ya hemos pasado el umbral que nos recuerda, con pesadumbre, que nuestra juventud y vitalidad se han exiliado en tiempos mejores. 

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