Aullidos del fin del mundo

martes, 12 de abril de 2016

Por el resto de mi vida

Se salió con la suya.  Abrazó el momento  y rompió los esquemas, sin ninguna mirada al futuro, sin pensar en lo que podría suceder. No había tiempo. Todo era tan suculento. Toda esa inmediatez. Lo disfrutaba de verdad, todo aquel aire, toda aquella libertad que se le concedía. 

Cuando volvía de aquellas alucinantes aventuras se ponía triste. Quería estar siempre de buen humor, levantarse y correr las cortinas, oler a primavera infinita y perderse entre los maizales. 

Pero nada era eterno y a veces, cuando decidía tirarse a la piscina se había esfumado todo el agua. Nadaba allí abajo, por debajo de la superficie, ahogándose en vasos de tierra.

Le indicaron la salida, por donde debía volver para llegar a casa. No era demasiado complicado, solo debía deshacer todo lo andado, pero él se negó, como todas las demás veces, pues era demasiado cabezota. 

Sí allí no había agua ni vida, él, costase lo que costase, se las arreglaría para encontrarla. 


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