Aullidos del fin del mundo

domingo, 23 de diciembre de 2018

Hay motivos para enfadarse

Escapó de la ciudad y fue entonces cuando ya no sintió nada. Exhausto de los nuevos comienzos, decidió no volver a empezar; en vez de eso, tomó la ruta más difícil para aquellos valientes, que como él, seguían asustados. 

No abandonó su antiguo hogar. Dejó allí una pequeña parte de su alma. Se enterró en las calles por las que solía pasear y en los bares que tantas tardes de diversión le habían regalado. Se mezcló en los recuerdos de aquellos a los que nunca olvidaría, aunque por motivos de la vida ya no vería jamás. Se escondió en sus zapatos, pisando con más fuerza esta vez, teniendo por seguro que su victoria precisamente se encontraba cuando era capaz de dar unos pasos al frente. 

Sus convicciones nunca dejaron de latir. Creció y con los años su mente se expandió. Aprendió cosas nuevas y se cultivó en el amor. Allí donde tanto daño le habían hecho, encontró la cura para él amar con más cuidado; y si fuese necesario, huir con más cariño. 

El balance con su caos siempre fue su talón de Aquiles. Se dejaba arrastrar por el frío de diciembre mientras se perdía en el camino de la soledad y la juventud que le arropaban. No quería escuchar a los demás, no quería verse obligado a escoger un camino que le resultase un pequeño infierno. Había huido porque se sentía vació en un mundo que para él no era real. A veces soñaba con gritarle a la gente que aunque no tuviese nada que mostrar podía llegar a ser el héroe de alguien. Que quizás ellos no eran tan diferentes, y que aunque no compartieran el deseo de fundirse con el blanco de la nieve y empezar a volar tan lejos como fuese posible, quizás dentro de todas aquellas personas también se encontraba alguna con el mismo miedo que le atenazaba cada vez que en su mente se propagaba la idea de huir de nuevo. 

La verdad, la que esgrimía por salir de su cuerpo, la que le dirigía como un autómata y le obligaba a parar y a luchar contra su propia sombra, era la mejor herramienta de la que disponía para que aquella libertad que tanto ansiaba fuese la respuesta a un camino sin salida. 

Realmente estaba enfadado por no ser suficiente, por no creer más. Pero esta vez sería distinto, esta vez dejaría de desaparecer. 

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