Aullidos del fin del mundo

lunes, 17 de marzo de 2014

Oxígeno

En el aeropuerto se respiraba un ambiente cargado. Le faltaba el aire, quizás debido al peso de la maleta y al estrés acumulado. Finalmente se sentó en una de esas incómodas sillas que parecían de cartón y dejó que todo aquel barullo que le bailaba por la cabeza se fuese difuminando. El ruido era ensordecedor con todas aquellas personas que iban y venían de un lado para otro, algunas sin destino aparente. Le pareció gracioso que aún cuando toda aquella gente tenía programado un vuelo, un destino, no supiesen a donde ir mientras esperaban. No le hizo falta levantar cabeza para saber que se había sentado delante de una de esas grandes ventanas de cristal. Vio como se preparaban para despegar en aquella enorme máquina. Parecía un pájaro mecánico, un dragón, quizás. La gente se adentraba en sus fauces, la gente quería morir, la gente estaba loca. Tal vez no sabían del todo bien donde estaban. ¿Estarían las respuestas dentro de aquel bicho? Le miró con aquellos ojos fríos y le dio la espalda. Por fin había decidido marcharse de ahí, estaba claro que un lugar como ese no estaba hecho para dragones. Se imaginó por un momento que volaba lejos, encima de su lomo, hacia una tierra llena de hadas y brujas. La vegetación era densa y se escuchaba croar de fondo, una especie de música que parecía encajar en aquel mundo fantástico. 

De golpe, una voz de pito resonó por el bosque, alguien le avisaba de que su propio animal mitológico estaba a punto de marcharse. Intentó imprimir aquel recuerdo en sus retinas, dio una vuelta de cabeza y agarró bien fuerte sus pertenencias. 

Desde el cielo todo parecía increíble. Las nubes, la línea que separaba el mar de las alturas, el azul era más nítido, incluso las emociones parecían cobrar más fuerza. Se recostó en la ventana, algo adormilado, regalando un suspiro a aquel sol que iba perdiendo sus colores. Se dio cuenta entonces que no sabía donde se encontraba, no sabía si aún seguía sentado esperando a que su avión llegase, si estaba montado en un aterrador monstruo o si su cabeza había decidido irse y dejarle tan solo con algunas imágenes. ¿Cuál era su destino? Eso parecía la peor parte. 

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