Aullidos del fin del mundo

jueves, 18 de octubre de 2012

Daría todo por saber

Mírame, quién sabe a donde llegaré. No hay suelo ya donde caer. La noche me va a matar y lo único que quiero es respirar. Es este espacio raro que nos aflige los pulmones y nos provoca tristeza. Es este lugar maldito. Esta piel maldita. Es mi cuerpo abstracto, mi mente intoxicada. Mi grito imperecedero. Es mi constante repetición de las cosas, de los hechos, de lo malo que vuelve una y otra vez para acabar con los restos. Vivo en un sinónimo constante. Vil. Pérfido. Nocivo. Maléfico. Infame. Diabólico. Maligno. Dañino. Aciago. Nefasto. Funesto. Cruel.

Me adentro en la crueldad del mundo. En la espiral castigadora. En la soledad de quien no está solo e insoportablemente se vuelve loco porque no tiene a nadie. En la posición de siempre, en la de "¿y si esto no es todo, y si probase a...?"

Irme. A huir. Siempre es la misma pregunta, pero nunca me atrevo con la respuesta. Daría todo por saber que iría bien. Qué me iría bien. Que me haría bien. Si algún día voy a estar bien.

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