Ya no hay presión, al menos no tanta. El mundo parece girar como de costumbre y el ritmo atronador de mi cabeza ha desaparecido. Las cosas han vuelto a su cauce, aunque hay un punto irreal en todo esto. No es más que una pausa merecedora, es un momento de sosiego y tranquilidad que me da la vida para respirar. Hay que parar y descansar, pero nunca estancarse. Ahora lo sé. Aún estoy nervioso, aún no sé el resultado de lo que me depara, pero estoy contento y eso ya hace que valga la pena.
Nunca hay que dejar de caminar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario