Aullidos del fin del mundo

sábado, 3 de noviembre de 2012

Suenas mejor en mi interior

Ese cosquilleo que comienza en la punta de los dedos, como una breve chispa de energía. Un fogonazo de vida que arraiga de sopetón, alertándote de que estás vivo, como si fuese una descarga de electroshock. Comienzas a tararear el estribillo de una canción en inglés, de esas que siempre escuchas pero que nunca acabas por recordar toda la letra. Entonces empiezas a mezclar palabras y a inventarte otras. Estiras los brazos, desentumeciendo tus huesos. Los alzas tan alto que parece que vayas a tocar el techo. Bostezas. Suspiras. Compones una mueca de aburrimiento. Esa chispa aún perdura en pequeñas convulsiones en tu cabeza. Algo te llama desde lo más hondo, algo se activa, algo cobra fuerza, pero no es suficiente para tu alrededor, todo sigue igual, la rutina sigue otorgándote su tributo.

Subes el volumen, sin importante lo que pienses los vecinos. No te importa un pimiento lo que piensen esas personas que sueles saludar por educación. Una educación que a ti te parece farsante, pero que lo haces, porque ya estás acostumbrado a mentir, a mentirte. Te quitas los zapatos, los lanzas de una patada, ni siquiera te molestas en quitártelos con la mano, porque el cosquilleo se está apoderando de tu cuerpo. Quizás los arrojas porque necesitas hacer algo fuera de lo común, pero no te das cuenta de que quizás eso sigue siendo lo común. Te subes en la cama, te apoderas de la habitación, que ahora pasa a ser tu escenario. Tu cuerpo hace cabriolas, tu mente no tarda en imitarlo. La voz del cantante parece desgarrada, parece que esté a punto de romper una ventana, pero cuando da la sensación de que va a hacerlo, de que no le importa mancharse las manos de sangre, se calma. Grita. El CD deja de girar. Aún estás alargando la última sílaba de la canción. Te sientes enfurecido. Ya no alzas las manos, solo aprietas las sábanas. Suspiras. El suspiro queda grabado en las paredes. Te preguntas porqué. Te preguntas porqué nunca eres capaz de terminar el grito como en la canción. Porque el tuyo sigue alargándose, porque siempre se hace eterno, porque no muere a los 3:15 minutos. 

Vuelves a darle al play. 

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